lunes, 23 de enero de 2012

REVOLVER SIN CRIAS


A GOLPE DE ARPA
(1935)
REVOLVER SIN CRIAS

Don José del Carmen Aguilar, tuvo la necesidad de conversar algunas cosas con la Justicia, por un juicio criminal, por demás injusto, que se le siguió, antes de que existiera Corte Judicial en Lambayeque; motivo por el cual se dirigió a Trujillo, a cuya zona pertenecía nuestro departamento, en lo referente a los asuntos judiciales.
En esa corte, donde debería resolverse su causa, se entrevistó con el Fiscal, doctor Francisco Quiroz Vega. Pero parece que la cosa no estaba muy buena para Aguilar, mejor dicho, el asunto no era muy claro o no lo veía diáfano el Fiscal, que dicho sea de paso, no usaba lentes. Parece que su condición de Comisario Aguilar, en defensa del orden, de la autoridad, de la paz, de la ley y de sí mismo, había disparado una inofensiva bala de su tranquilo revólver, contra alguno de esos célebres bandoleros, que él tanto persiguió y casi exterminó.
El señor fiscal, con toda parsimonia y serenidad, le hizo notar los peligros del uso del revólver, y más aun del de los proyectiles, manifestándole la conveniencia de no llevar balas consigo.
Aguilar, que siempre se las traía que haber con gente de “pelo en pecho” y de “cosas rayadas”, estaba medio fastidiado por la amonestación, y para terminarla, le dice al doctor Quiroga Vega:
- Lo que voy a hacer, de hoy en adelante, es dejar las balas a mi mujer, y andar sólo con el revólver. Puede ser que le revólver haga cría de balas y que se disparen solas, porque si no son para dispararlas, ¿para qué sirven?
Esta teoría de Aguilar, ha producido muchos prosélitos en el departamento de Lambayeque, en el cual, desde esa época. Se tira más que nunca…




AURICH, AGUILAR Y VORONOFF


A GOLPE DE ARPA
(1934)
AURICH, AGUILAR Y VORONOFF
Los hilos telegráficos y las estaciones de cable transpiraban y se rendían al fatigoso y constante trabajo que les daban los periodistas de las cinco partes del mundo contándole a las otras cuatro experimentos favorables que venía obteniendo un señor Voronoff con relación a los injertos glandulares de monos.
Don Juan Aurich y don José del Carmen Aguilar Portocarrero, además de ser compadres espirituales, eran fuertes todavía, seguramente los son hoy mismo; y por los tanto, encontrándose en la plenitud de su vigor físico, el asunto no era de ninguna alegría o novedad para ellos; pero don  Juan, que conocía al compadre, y por “buscarle el pico”, le insinuó, entre conversación vá, conversación viene, que se hiciera un viaje para probar el experimento, sometiéndose al nuevo sistema.
Una vez que don Juan le explicó a Aguilar en qué consistía el injerto y el objeto de él, este le dice:
- “Compadre Juan: ¿I es cierto eso, seguro, seguro compadre?
- “Sí, compadre, le responde Aurich; el efecto es seguro y rápido.
Ante tal respuesta, Aguilar piensa un momento, cavila y medita, y midiendo las fatales consecuencias con una agudeza de sabio – en lo que sin duda Voronoff nunca pensó – le contesta a su compadre:
- “Compadre Juan: I si el mono ese que me tocaba a mí resultaba “maricón”, que me hago, compadre?......

domingo, 15 de enero de 2012

POR ARRIBA Y POR ABAJO

José Huamán, un peóncortador de caña de la hacienda Pomalca, tuvo su vulgar "empacho" complicado por una terciana tembladora y otro poco de su bicho nacional, y recurrió al médico de la hacienda, que lo era el doctor Leonidas Avendaño, actual reliquia profesional del Perú, y quien se encontraba desempeñando funciones de su sacerdocio, hacia el año de gracia de 1886.
Visitado el enfermo, procedió el médico a indicarle a la "compañera" que fuera a su casa-botiquin para darle los remedios convenientes.
La cmpañera que dicho sea de paso se llamaba Juana Quesquén, era una zamba de Zaña, gorda pero bien compartida, que no sabía hacer sino yucas sancochadas, lavar camisas de tocuyo y vender dátiles confitados y dulce de naranja, en poto, que después vendía en la fiesta de la cruz de Motupe y en la del Cautivo de Monsefú, y aunque un poco usadita, estaba todavía "respondona".
Parece que la enfermedad estaba algo refundida en las entretelas, pues había un poco de "cólico miserere" en las tripas, por abajo, y otro poco de "viento" con "chucaque", por arriba; motivo por el cual el médico se resolvió a ejecutar una doble ofensiva, recetandole cucharadas por adelante y enema por el Poniente; o para ser más claros, unas tomas por la vía oral y unas jeringas por la vía rectal porque la cosa era"cursienta"m con algo de "aguas."
Aun cuando cada uno de estos remedios estaba encerrado eb un frasco diferente y con su consiguiente "rótulo", la zañera Juana se quedó muy fresca cuando el médico le hizo la explicación anterior, y como que quiera que "toda ayuda es jeringa", el muchacho de la botica que conocía  hasta las raices a la gente de allí, resolvió sacar al galeno del apuro y a la zamba del limbo.
En efecto, tomó en una mano el frasco de la cucharada, y en la otrael de las lavativas, y levantando aquel hasta el ojo derecho de la "compañera" le dijo:
- Estas, por la boca, y poniendo el otro frasco cerca de la cintura, añade: y ests por el cu... cu...lí.
I o prodigio! la zamba, encantada con la gráfica explicación, salió sonriente y alegre por aquel mágico lenguaje, tan científico, tan lógico, tan claro y tan familiar.